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miércoles, 17 de noviembre de 2010

Poker Face

La crisis global que estamos pasando y más concretamente en España están repercutiendo en todos los sectores, incluido el poker, pero debemos hacer memoria y recordar que esta no ha sido la única crisis de la historia y que la Gran Depresión Norteamericana en la que se dio el crack del 29 fue hace no mucho.

Para todos aquellos que le guste tomarse la vida con humor hoy tenemos un chiste sobre esta crisis pasada.

Durante la Gran Depresión, un hombre entra en un bar, se acerca al barman y le dice, “Camarero, quisiera invitar a todos a una ronda”.

El barman le responde: “Está bien, pero estamos en plena Depresión, así que primero necesitaría el dinero”.

El hombre saca un enorme fajo de billetes y los coloca sobre la barra. El barman no puede creer lo que ven sus ojos. “¿De dónde ha sacado tanto dinero?”, le pregunta.

“Soy jugador profesional”, contesta el hombre.

“¡Eso no existe!” Responde el barman.

“Quiero decir: sus odds (probabilidades en las apuestas) son 50-50 en el mejor de los casos, ¿verdad?” “Bueno, yo sólo apuesto sobre seguro”; replica el hombre.

“¿Por ejemplo?” le vuelve a preguntar el camarero.

“Bueno, por ejemplo, yo le apuesto a Vd. $50 a que me puedo morder el ojo derecho”.

El barman se lo piensa. “OK”.

Así que el hombre se saca el ojo de cristal derecho y se lo muerde. “Ay, me ha engañado”, dice el barman, y le paga sus $50.

“Le daré otra oportunidad, Le apuesto otros $50 a que me puedo morder el ojo IZQUIERDO”, dice el extraño.

El barman se lo piensa a fondo. “Bueno, ya sé que Vd. no es ciego; es decir, le he visto entrar. Acepto la apuesta”.

Así que el hombre se saca la dentadura postiza y se muerde el ojo izquierdo. “Oh, me ha vuelto a engañar”.

“Así es como gano tanto dinero, camarero. Aceptaré una botella de su mejor whisky en lugar de los $50”, responde el hombre.

Después, el hombre se marcha al reservado y pasa la mayor parte de la noche jugando a las cartas con los clientes habituales. Después de muchas horas de beber y jugar, sale tambaleándose del bar. Borracho como un mirlo, le dice al barman: “Camarero, le doy la última oportunidad. Le apuesto $500 a que puedo subirme a la barra, ponerme sobre un solo pie y mear en esa botella de whisky que está detrás de Vd., sin ni siquiera derramar una gota”.

Una vez más, el barman considera la puesta. El hombre ni siquiera se mantiene sobre sus dos pies, y mucho menos sobre uno. “OK, de acuerdo”.

El hombre se sube a la barra, se pone a la pata coja y comienza a mear todo el local. Moja la barra y al camarero, pero ni una gota entra en la botella.

El barman se queda encantado; riendo, le dice al hombre: "¡Eh, amigo, me debe $500!”

El hombre se baja de la barra y dice, “Está bien. ¡Acabo de apostarles $1000 a cada uno de los chicos de la sala de cartas, a que podía mearte a ti y a todo el bar, y aún así hacerte reír!”


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